Maricarmen Escamilla descubrió que era celíaca cuando le practicaban una revisión por otros problemas gástricos: hernia de hiato, reflujo y gastritis. Así pues, era asintomática.
Ella, al principio, lo pasó mal ante la nueva situación y lo que se le avecinaba.
No es mi caso. Yo era sintomática y me alegré de saber en julio de 2020,
por fin, qué era lo que me causaba ese dolor de estómago que nunca
desaparecía, ese cansancio día y noche, gastroenteritis crónica, empacho cada día comiera poco o nada, y algunos otros síntomas
relacionados. Repito, a mí me hizo sentirme
feliz saber y comprobar que, al dejar de comer trigo, espelta, cebada, kamut, trigo khorasan, centeno, cebada, triticale
y avena no certificada (todas las semanas compraba pan de alguno de estos cereales) mi
dolor desapareció, el cansancio va poco a poco remitiendo, y los otros
problemas se van normalizando a medida que pasan los días sin gluten y
sin lactosa.
En el aspecto personal, hace referencia a los mismos inconvenientes que yo me planteé cuando recibí el diagnóstico: familia, amigos, salir a un restaurante, ser invitada a un cumpleaños o eventos diversos, incluso a tomar un simple café, viajar a otros países, etc.; junto con las típicas frases que tendremos que escuchar infinidad de veces: "¿Qué va a pasarte porque comas un poco?".
Por mi parte, he decidido que, en según qué ambientes, sustituiré mi diagnóstico demasiado largo y difícil de entender: "Tengo sensibilidad al gluten no celíaca", por "Tengo enfermedad celiaca" o "No puedo comer con gluten".
2016
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